El Caballero Luna

Llénate de ti


¡No huyas de lo que ven tus ojos,
por favor, no huyas!
Aunque no lo concibas en tu pecho,
y duela…
y te lo abra.
No huyas de este terror que nos rodea,
aunque te haga inaccesible el sentimiento.
Llénate de ti:
de lo que has callado,
a través del tránsito ya andado;
de cuanto has vertido buscando una palabra;
de lo que te han quitado
para ser quienes presumen.
Llénate de ti:
de tus silencios,
de la angosta cadena en que te atan,
de tu solitaria lágrima.
Mira la atmosfera violenta
que luce en el lujo hecho a medida.
Siente la lava
que arde en los colores del dinero
y en la terrible imagen de tu rostro.
Estás abandonado.
No eres nada:
Y sin embargo…
Aún te late la emoción al tocar un sueño,
y te alegras si sabes algo bueno…
¡Que, sí!, ¡Seguro!,
aún felicitas el sol de un nacimiento;
y juegas al futbol en la calle,
con ese balón que llega despistado;
y sonríes --sin querer, dulce y honrado--,
porque tu amor
nadie te lo ha robado.