martes, 17 de mayo de 2011


15-El templo...


¡Maravilla!,
(en la penumbra de las horas,
diaria curvatura del cuerpo que se marchita),
más allá de los rasgos encendidos,
intactos;
más allá de los gestos y ademanes,
de las voces, las tinieblas y los gritos,
de las luchas entabladas por mortales…


Ardiendo en el fuego honrado
sobre el hielo del latido,
de luz, calor y beso fresco, y de tormenta,
de alumbramiento,
de personas que pensaron el porqué de su tristeza,
el porqué de su alegría,
el porqué de su extrañeza,
el porqué de su lamento…


Entre voces escuchadas en raya cibernética
y cósmicos sonidos de agua de ladridos,
como un cántico de plegaria al cielo,
donde la tinta golpea las venas del tiempo,
entre la sequedad del que no encuentra
y el que busca un sueño que ha perdido…


¡Allí!,
donde abstractos y frágiles columpios
balancean sentimientos,
y exploran los rincones más ocultos del alma,
y luchan del honor y de lo amable ante la arena,
y fundamentan en su pena providencias
sobre este mar bravío, dispuesto en el combate,
tenaz, audaz, impresentable…
¡Allí!,
donde convergen las líneas de las manos…
En el templo.


Resguardo de sol, de vida y aire;
patria de nadie, tierra que ve,
jardín de sexo fiel,
de árbol arraigado en la conciencia limpia,
de soledad trabajada en una sílaba,
de código de barras no archivado…


inmensidad de la risa que evita ser culpable
en este mundo rueda,
en este siglo instante,
entre sombras chinescas
de lo que fue la tarde,
que mira a través de la rendija de una puerta de oro
el asesinato del niño azul de la memoria
por capricho, por maldad, por ignorancia,
por dinero, por placer, por importancia…


¡Alejaos, de las costumbres vanas!,
¡Ponedle fín al desenfreno, a la barbarie,
al esclavismo!,
¡Oh, esfera cruel, planeta amargo, baúl del todo!
Mirad en el poniente que divide el horizonte,
en la cueva de dios y del diablo,
en la cueva del ser humano,
donde cantan los astros su pecado
(y renacen poetas que han marcado
el libro de la historia,
con los rostros de su espejo y sus venturas,
donde luchan codo con codo
la rabia y la esperanza;
y no existe el pasado, ni el ahora, ni el futuro),
¡donde se traba el eje con palabras!…
En el templo.


Oscilación palpitante de locución erguida,
que denuncia, que exclama, que vomita,
que apedaza con versos el silencio,
y alicata en los ojos de tu herida
pasión total, cáliz de seno, verbo de luna,
¡vela encendida!


Mientras todo lo social mata,
con nauseante olor a queroseno;
mientras la fábrica continúa haciendo números;
mientras los niños se gestan engaviados…
¡Allí está!
¡Corred, saltad, abrid los ojos!,
¡romped vuestras cadenas y antifaces!,
¡comed en la boca de un jilguero!,
¡posad en vuestros labios mariposas!;
mientras llora un estruendo
de tambores metálicos,
y un violín solitario los acompaña…
mineros del verso arrancarán sentidos,
bajo una pálida luna de tañidos;
acero de las hojas recicladas
que ahora, sin vida,
blancas,
esperan en la cresta del camino
que alguien las escriba,
con sangre, con amor, sudor y lágrimas,
¡con una fe que mueve las montañas!...
En el Templo

2 comentarios:

  1. Cumprimentos amigo! Obrigado por ter me feito descobrir o seu mundo de poesia que muito agradou-me. Sinseramente, os meus parabéns pela arte. De Maputo!

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